Una de las múltiples consecuencias, a nivel psicológico, de la pandemia por coronavirus, es el elevado nivel de miedo que está provocando en la población.

El miedo es una emoción y, como tal, cumple una función biológica de cara a la supervivencia. Su existencia, nos permite salvarnos o protegernos de posibles peligros o amenazas a los que  podamos estar expuestos a lo largo de nuestra vida y salvar y proteger también a otras personas.

Carecer de miedo o tener menos de lo necesario ante una situación potencialmente peligrosa, provoca que llevemos a cabo conductas temerarias que pueden poner en peligro nuestra vida o la de los demás. Seguro que, la mayoría de nosotros recordamos el cuento de “Juan sin miedo” y su moraleja.

Por lo tanto, tiene que haber cierta dosis o nivel de miedo. Pero, en este caso, hablaremos también de cómo puede afectarnos el exceso de miedo.

 

¿Cuáles son los peligros de tener exceso de miedo y como puede afectarnos frente al coronavirus?

 ¿Qué ocurre cuando tenemos demasiado miedo, es decir, cuando superamos ese umbral óptimo necesario para defendernos de la amenaza?.

Cuando esto sucede, esa emoción que nos ayudaba, no solo deja de hacerlo sino que empieza a convertirse en nuestra enemiga, impidiéndonos pensar con claridad y entrando en lo que se conoce como “visión túnel”. Lo que genera importantes riesgos para nuestra salud y bienestar, tanto a nivel físico, como psicológico.

 

1. NOS QUEDAMOS INDEFENSOS

 Se limita o anula nuestra capacidad para defendernos. Nos quedamos: bloqueados, paralizados, petrificados, sin saber el camino seguir.

Se produce lo que se conoce como “locus de control externo”, que consiste en la creencia de que no tenemos ningún tipo de control sobre nuestra vida, ya que ésta depende solo de factores externos, como por ejemplo, la suerte, o en el caso del COVID-19, que aparezca la vacuna.

Esto genera también lo que Seligman denominó: “indefensión aprendida”, es decir, la creencia de que “hagamos lo que hagamos, dará igual”, lo que da lugar a una inhibición de la conducta, ante situaciones aversivas o peligrosas.

Ambos factores nos generan un sentimiento de impotencia (“haga lo que haga da igual”) y de desesperanza (“dicha situación no cambiará en un futuro, o, al menos, mientras no aparezca la vacuna”) que están directamente relacionadas con la depresión y con un sistema inmunológico debilitado.

2. PERDEMOS EL CONTROL

Otra de las posibilidades asociadas al miedo en exceso es, como se dice coloquialmente, que empezamos a “dar palos de ciego” o ”correr como pollo sin cabeza”. La incertidumbre que sentimos nos produce tal nivel de angustia, que no lo soportamos y entramos en pánico, queremos controlar lo incontrolable. Esto provoca que llevemos a cabo conductas orientadas a tal fin, pero de manera impulsiva, sin pensar. Pudiendo éstas suponer un riesgo para nosotros mismos o para los demás.

Ambas posibilidades son profundamente desadaptativas y provocan que, por evitar el supuesto peligro del que huimos, acabemos poniéndonos en peligro de otra manera diferente. Como se suele decir también: “acaba siendo peor el remedio que la enfermedad”.

3. SE DEBILITA NUESTRO SISTEMA INMUNOLÓGICO  

Pero, este exceso de miedo, no solo nos afecta y pone en peligro en ese sentido. Sino que, como ya he comentado, está demostrado científicamente que provoca, a la larga, cambios hormonales que disminuyen nuestras defensas o sistema inmunológico. En otras palabras, nos volvemos más vulnerables a contraer enfermedades de tipo infeccioso (catarros, gripes, coronavirus…), metabólicas (diabetes, hiper o hipotiroidismo…), coronarias (hipertensión arterial, obstrucción de las arterias, hipercolesterolemia, angina de pecho, infartos, derrames cerebrales…). Por citar solo algunas.

4. COMENZAMOS A DESCUIDAR NUESTRA SALUD Y A TENER HÁBITOS POCO SALUDABLES 

Nuestros hábitos saludables y rutinas se ven interrumpidas y afectadas, pasando a un segundo plano. Dormimos mal, descuidamos nuestra alimentación, pudiendo caer en el sedentarismo. Por otro lado, el pasar demasiado tiempo dentro de casa produce falta de vitamina D, ya que, no nos da el sol. Aquí me parece importante destacar que, recientemente han aparecido estudios que relacionan el déficit de esta vitamina con una mayor gravedad en los síntomas en caso de contraer coronavirus. Ese miedo en exceso, puede provocar además que abusemos de sustancias, etc. Todo esto va deteriorando poco a poco nuestra salud, e incluso, puede poner en peligro nuestra supervivencia.

5. NOS AISLAMOS DE LOS DEMÁS 

Otro factor de riesgo que provoca el miedo en exceso es el deterioro de nuestras relaciones sociales y familiares, provocando muchas veces que, lleguemos al punto de aislarnos de los demás, lo que a la larga, no solo está demostrado que afecta negativamente a la salud mental y física, sino que, de nuevo, nos volvemos más vulnerables, ya que, vamos perdiendo apoyo social.

Todos estos factores nos van debilitando y enfermando poco, provocando que, paradójicamente, no solo nos resulte más difícil defendernos de la amenaza, sino que además, surjan nuevos peligros que, previamente, no existían.

¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto?. El miedo sirve para ayudarnos a tener cuidado y a tomar precauciones frente a una situación potencialmente peligrosa o amenazante. Pero cuando se produce en exceso, no solo deja de ser útil, sino que acaba volviéndose en nuestra contra.

 

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies
Abrir chat
Hola, en qué puedo ayudarte?