Todos los días y cada vez con mayor frecuencia, nos vemos invadidos por un exceso de estímulos presentes a nuestro alrededor: trabajo, casa, niños, ruidos, gente, tráfico y, como no, whatsapp y otras redes sociales. Y es que, el mundo y la tecnología avanza a tal velocidad, que como nos descuidemos, nos quedamos atrás.
Como consecuencia, nuestro cerebro, a pesar de su inmensa capacidad de adaptación, llega un momento en que se satura, empezando a procesar más lento y si la cosa sigue, bloqueándose.
Cuando nos pasamos de tareas, estamos sometidos a mucho ruido, rodeados de mucha gente, sonándonos el whatssap cada dos por tres…, o en otras palabras, cuando sobreestimulamos nuestro cerebro, este comienza a darnos señales de que nos estamos “pasando”, con el fin de que paremos.
Dichas señales son de varios tipos y vienen a englobarse en lo que, comunmente, conocemos como: ansiedad o estrés que provoca síntomas tales como: irritabilidad, tensión muscular (que si es mantenida viene a provocar las conocidas contracturas…), taquicardias, dolores de cabeza, agobio, insomnio… etc… por citar solo unas cuantas….
Llegados a este punto, la pregunta es ¿qué hacer?, la respuesta es obvia: parar… tomarnos unas vacaciones… ¿qué ocurre?, que muchas veces no es tan sencillo y no podemos, por diversas razones.. unas generales, como por ejemplo, la sociedad en la que vivimos… otras particulares y distintas en cada caso…
El caso es que, con frecuencia, nos vemos “obligados” a seguir con un ritmo de vida que nos supera, pese a las señales de alarma que nos da nuestro cuerpo y que nos generan tanto malestar y tanto daño a nuestra salud a la larga… ¿Como compensar esto?,¿cómo protegernos y proteger a nuestro organismoante tal situación?.
Si esta sensación se prolonga, es conveniente acudir a una psicoterapia para aprender recursos que nos ayuden a gestionar el día a día y poder así funcionar de manera óptima y sin bloquearnos, pero sobretodo, para poder hacerlo sin sentir dicho malestar y sin que nuestro cuerpo sufra de esa manera y nos acabe pasando factura en algún momento… Entre tanto, existen algunas pautas generales que pueden ayudar y que sería conveniente incorporar a nuestras rutinas:
1. Ejercicio físico: además de liberar las famosas endorfinas u hormonas de la felicidad (como coloquialmente se las llama), el ejercicio físico ayuda a nuestro cuerpo a liberar ese exceso de energía que nos provoca toda esta sobrecarga de tareas y, como consecuencia, nos relaja.
2. Cuidar la alimentación y reducir “malos hábitos”: hay una frase que dice: “somos lo que comemos” y, en parte es verdad, por eso es importante que el “combustible” con el que alimentamos nuestro cuerpo y cerebro sea de la mejor calidad posible, ya que esto hará que nos encontremos mejor y funcionemos mejor también. Es conveniente reducir y, en algunos casos, evitar la ingesta de estimulantes como: la cafeína, nicotina, etc., que, además de ser nocivos para nuestro organismo, contribuyen a incrementar dicha activación, pudiendo provocarnos mayor ansiedad.
3. Practicar el silencio: dedicar todos los días unos minutos a estar en un ambiente con muy poca estimulación, es decir, solos, sin hablar con nadie, sin ruidos, con poca luz, sin móvil, sin televisión, etc. ayuda a nuestros sentidos y a nuestro cerebro a recuperarse de esa sobrecarga estimular de la que hemos hablado y a la que nos vemos habitualmente sometidos, cargándonos de nuevo las pilas.
4. Contacto con la naturaleza: es bien sabido que los entornos naturales relajan los sentidos y el cerebro también. Si no podemos realizar una “escapada”, dedicar al menos, un rato para pasear por algún parque o zona verde cercano a nuestro domicilio o lugar de trabajo siempre que podamos.
5. Delegar: No trates de ser un “superman” o una “superwoman”, permítete pedir ayuda si te sientes desbordado/a en tu día a día…
6. Poner límites: aprende a decir “no” si no te apetece hacer algo o sientes que lo haces por compromiso, aunque exista el riesgo de que la otra persona se enfade.